lunes, 28 de mayo de 2007

Treinta kilómetros










Treinta kilómetros pueden hacer estragos. No sólo en quien se atreva a recorrerlos a pie o en bicicleta sin preparación, sino en los miles de automovilistas desprevenidos que acostumbran circular en una ciudad diseñada para vehículos de motor.

Se enojaron muchos conductores porque dijeron no haber recibido información suficiente. A pesar de que la ruta del primer Ciclotón de la Ciudad de México se difundió durante varios días antes por periódicos, radio y televisión. (¿Será que los mexicanos no vemos noticias... o bien las vemos, pero no las atendemos?).

Se enojaron los conductores porque la ciudad ha crecido de manera tan desordenada que visitar a tu familia a veces cuesta dos horas o más, tratándose sólo de cruzar la ciudad. (Me pregunto cuántas ciudades en el mundo tienen este mismo problema)

Se enojaron muchos ciclistas por la falta de garantías a su seguridad en algunos tramos en los que no fueron aislados del tráfico automovilístico.

Muchos otros, sin embargo, no nos enojamos. Por el contrario unas 50 mil personas según cifras oficiales hicimos felizmente nuestras, una vez más, las calles de esta histórica metrópoli.

La pregunta que me asalta es, entonces, cómo conciliar el derecho de todos a hacer uso de nuestras calles de manera segura y eficiente.

Yo apostaría que la respuesta es la inversión en el fomento al uso de transportes limpios, como está haciendo el gobierno de la Ciudad de México ( conste que no voté por Marcelo Ebrard en las elecciones locales del 2006).

Yo mismo soy un automovilista que desearía vías de comunicación más eficientes, y en esas circunstancias creo que sólo con la costumbre los conductores tendremos en mente siempre que los ciclistas y peatones tienen tanto derecho de disfrutar las calles como ellos de transportarse.

Y los mismos conductores debemos tener en cuenta que nosotros mismos merecemos el derecho de transitar por la ciudad en medios sanos y no contaminantes, y que lo más bello de la vida son esas pequeñas cosas como detenerte frente a la fuente que te gusta, o caminar hacia la Glorieta de la Independencia sin temor a ser atropellado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola.
Pues yo participe en el ciclotón y fue una experiencia increible.

En un momento pensé que no terminaría, pero finalmente lo logré.

Te invito a leer mi narración en mi blog en:
http://blog.esteencanto.com

Saludos!