viernes, 26 de enero de 2007
¿El tiempo existe?
¿El tiempo es una “cosa real” que está en todos lados alrededor nuestro, o no es más que una manera de medir la sucesión de eventos?
Parece que esta pregunta hubiera dividido a la humanidad. Dos visiones se han confrontado.
La primera sostiene que el tiempo es parte de la estructura fundamental del universo. Una dimensión en la que los eventos ocurren en secuencia. Éste es el punto de vista realista, que fue suscrito por genios como Isaac Newton. Según esta visión el tiempo es en sí mismo algo que puede ser medido.
Platón argumentaba que el tiempo es constante, y que la vida es la ilusión. Galileo desafió a la filosofía de su tiempo y lo representó en gráficas para poder lidiar con los fenómenos físicos.
Por otra parte, la visión contrastante sostiene que el tiempo es parte de nuestra estructura fundamental, a través del cual (junto con las nociones de espacio y número) cuantificamos la duración de eventos y sus intervalos.
Albert Einsein dijo que el tiempo es una cuarta dimensión que se mueve con el arriba-abajo, derecha-izquierda, atrás-adelante en los que nos desplazamos diariamente. Einstein dijo que nuestra comprensión del tiempo se basa en su relación con nuestro contexto. Curiosamente, entre más rápido viajas, el tiempo se mueve más lento. Según la interpretación más radical de su teoría, pasado, presente y futuro son sólo producto de nuestra imaginación, construcciones de nuestro cerebro de tal manera que no parezca que todo sucede al mismo tiempo.
La concepción de Einsten sobre el espacio tiempo unificado se entiende más en el papel que en la vida real. El tiempo no es como las otras dimensiones, pues sólo hay una dirección de movimiento dentro de él.
En esta visión, el tiempo no es una entidad que fluye, tampoco algo a través del cual se mueven los objetos, ni un contenedor de eventos. Según esta visión, defendida por Leibniz o Emmanuel Kant, más que ser un algo objetivo y capaz de ser medido, es parte del sistema mental.
El tiempo ha sido objeto de atención para la ciencia, la filosofía y el arte. Su medición ha ocupado desde astrónomos hasta economistas. Después de todo, el tiempo es oro. Y esta reflexión me ha costado ya una cantidad de este valioso bien, sin que importe si en realidad existe o es sólo una ilusión.
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